domingo, 30 de noviembre de 2014

Y EL MUNDO CAMBIÓ

Y fue entonces que el mundo cambió. Una mañana, igual que cualquier mañana todo cambió. Las flores brotaron, la lluvia regó el campo, el sol bañó con su luz al mundo. Si todo estaba igual, ¿Qué había cambiado?
Un pensamiento.
Una sensación.
Un acto.

Sí, tan solo un pensamiento diferente esa mañana, no fue "ya es hora de levantarse a trabajar", tampoco fue "qué sueño tengo" ni "¿por qué hay que trabajar con lo a gusto que se está en la cama?". No fue ninguno de ellos, fue uno diferente y al que no estaba acostumbrado, fue "qué buen día va a ser hoy" y a ese pensamiento le acompañó una sensación, "qué feliz y contento me siento" y a esa  le acompañó un acto, se giró en la cama y depositó un dulce beso en la boca de su amada aún dormida.

No hacía frío y no se sentía cansado como otros días. El vigor parecía aumentar a medida que pasaban los minutos. Se lavó y arregló, más no fue como cada mañana. Encontró la ropa apropiada si tener que rebuscar, se calentó un café y lo tomó observando por la ventana el lento amanecer. Suspiró relajado y feliz. Miró el reloj por primera vez desde que se despertara y se sorprendió agradablemente al comprobar que aún le quedaba tiempo de guardar las cosas con calma y salir.

El autobús esperaba en la parada, y aunque todo parecía igual algo diferente pasó. Subió al autobús y dio los buenos días al conductor, que ese día no había puesto la radio y se sentó al lado de una mujer que parecía no estar cómoda. Ya casi era de día por completo cuando el autobús arrancó. A su lado la mujer se apretujó en un chal que llevaba y refunfuño - Ya podía quitar el aire acondicionado -, más no lo dijo lo suficientemente fuerte como para ser oída por el conductor. Y así sucedió, él se levantó y se acercó al conductor, - Disculpe, me comentan que hace frío ¿le importaría quitar el aire acondicionado o ponerlo un poco más caliente? -  el conductor, sorprendido, pues normalmente la gente se quejaba desde los asientos más nadie le decía el motivo de la incomodidad, le sonrió y le dijo - No se preocupe que ahora mismo lo soluciono -, - Gracias -  dijo, y se volvió a sentar al lado de la mujer. Algo cambió. Aquélla mujer ya no parecía de mal humor, seguía arrebujada en su chal pero su rostro no estaba arrugado por el disgusto, estaba gratamente sorprendida y un tanto avergonzada pues no pudo reprimir la frase  - Gracias, normalmente pasan de todo y por eso ya no digo nada-  a lo que amablemente el respondió - No hay de qué - .No volvieron a hablar en todo el trayecto que viajaron juntos, antes de bajarse, ella le dijo - Gracias de nuevo, me ha evitado usted un catarro -, -No hay de qué - le respondió y todo cambió. Se sintió bien, se sintió feliz y todo porque no esperaba nada y recibió un agradecimiento sincero de una desconocida.

Bajó del autobús y se dirigió al trabajo. De camino observó cómo unos pájaros recolectaban su comida, y la brisa movía las ramas de los árboles. Un suave sol comenzaba a bañar las aceras y luz era limpia, todo estaba nítido y muy vivo. Entró en la oficina y saludó a sus compañeros  - Buenos días, ¿qué tal el fin de semana? - recibió varias respuestas y todas muy parecidas - Bien, lo peor es venir aquí - , - yo me habría quedado en la cama muy a gusto, tengo un sueño... - .
Sentado en su ordenador comenzó igual que siempre a ordenar su trabajo para comenzar por lo más urgente, y el mundo cambió cuando cogió el teléfono y llamó al primer cliente, una mujer con la que nunca conseguía tener una conversación tranquila, siempre hablaba a gritos y enfadada. Y el mundo cambió pues no fue la charla habitual de  "¡Se suponía que el pedido estaría hoy! ¡llevamos cuatro días esperando ese pedido! ¡Y por si no lo sabe nosotros también tenemos clientes a los que servir!". Aquella mujer, por primera vez, no gritó al saber quien llamaba, comenzó preguntando de forma amable el por qué del retraso en el pedido, a lo que él respondió la verdad, la máquina de impresión de las cajas se había estropeado y aunque la habían arreglado, las cinco horas que estuvo apagada hicieron que todo se retrasara cinco días al romperse la cadena de montaje y eran muchos los pedidos que tenían de ese producto en particular. Ella le preguntó entonces que cuando, de seguro, tendrían el pedido, para ella poder dar una respuesta veraz a sus clientes. Después de ver el parte de maquinaria y echar cálculos, el respondió que tardaría tres días - El jueves lo tendrá en su local, dígame a qué hora lo quiere para indicárselo al servicio de mensajería - - Gracias por ser tan sincero, ahora puedo yo llamar a mis clientes para indicarles el retraso que tendrán sus pedidos - - Gracias a usted por su comprensión - le dijo él  - cualquier cosa ya sabe donde estoy, un saludo - y colgó. A su lado un compañero le miraba boquiabierto, pues sabía a quién había llamado y no podía creer lo que había escuchado - ¿y no te ha gritado?, no puede ser, siempre grita ¿qué le has dicho, que lo tendría mañana? -  - le he dicho la verdad, el jueves-  - ¿y de verdad que no te ha gritado?, enhorabuena - .

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Y el mundo cambió, porque siempre pasaba frío en el autobús y el conductor nunca se daba por enterado a pesar de que ella no paraba de refunfuñar. Luego le dolía la garganta, estaba de mal humor porque se le quedaba el cuerpo entumecido y llegaba a la oficina con ganas de un café caliente. Lo raro es que quedara café cuando ella llegaba y eso aún la ponía de más mal humor, porque tenía que prepararlo ¿por qué todo le salía mal, que es lo que pasaba para que todo le fuera mal siempre?. Y así pasaba el día de cabreo en cabreo pues empezando mal no conseguía salir de ese estado de impotencia y rabia. Pero hoy... qué diferente había sido todo. Un desconocido se había levantado para decirle al conductor que ella tenía frío. Qué agradable sensación que alguien se preocupara por su bienestar, y el conductor había puesto la calefacción. No tenía frío y empezó a sentirse bien, pudo observar la calle, los pájaros y cómo el sol subía poco a poco por el horizonte. Se bajó agradeciendo el gesto del caballero y llegó a la oficina como no pensaba que podría llegar. A gusto. No quería cafe caliente en ese momento así que sentó en su despacho y comenzó a ordenar su tarea para saber por donde empezar. Puso un poco la radio, al no tener el cuerpo entumecido le apeteció bailar en la silla al ritmo de la música, al tiempo que arreglaba los papeles. A la hora se levantó para tomar algo pues su cuerpo echaba en falta, tuvo un pensamiento fugaz de "como siempre me tocará hacer café" pero fue cambiado enseguida por otro "seguro que alguien lo ha preparado ya". Y el mundo había cambiado pues realmente el café estaba recien hecho y alguien había llevado bizcocho para compartir. Qué felicidad comer sentada un trozo de delicioso bizcocho acompañado de café recién hecho. Disfrutó cada bocado y cada sorbo de café, terminó y volvió a su trabajo con otra ola de felicidad.

Tenía que hablar con un proveedor que no le mandaba un pedido, habitualmente pagaría con quien se pusiera al télefono el mal día, sin embargo, el mundo había cambiado y llamó simplemente para saber lo que ocurría con el pedido. Fue una conversación agradable que acabó muy bien puesto que le daba tiempo de avisar a los clientes  no era tanto retraso como ella pensaba el día anterior que sería.

Y el mundo cambió porque cambió un pensamiento, una sensación y un acto de un hombre que el día anterior supo que sería padre por primera vez.

Fin.

sábado, 18 de febrero de 2012

La sanación de Susan

Esta es la historia de Susan, una joven mujer de 31 años. No se encontraba bien. Tenía 2 hijos de padres desconocidos y aunque había conocido intimamente a muchos hombres, desconocía lo que era el verdadero placer.

Un día decidió pedir ayuda, había oído que un hombre hacía sanaciones en un lugar cercano.
Acudió a la cita y se encontró en un lugar especial rodeada de mucha gente. El lugar no estaba muy decorado, apenas unos visillos colgados en las paredes que le daban un poco de color, pues todas las paredes eran un blanco impoluto.
Apareció el hombre sanador, y la sacó al centro de la estancia que era circular. Sonaron los tambores y el hombre preguntó ¿es ésta tu madre? y allí entre la gente apareció su madre. Metro cincuenta de estatura, pelo negro y corto y tez envejecida prematuramente, aquél rostro tan conocido y cuya expresión era de profunda infelicidad.
El hombre le dijo a su madre, vas a ver la preciosa casa donde vive tu hija, vas a ver lo feliz que es y sin más su madre comenzó a correr tras los visillos dando vueltas por la estancia, a medida que tocaba los visillos éstos cobraban más luz y más color y cuantas más vueltas daba más feliz y radiante estaba su madre. Nadie veía lo que ella veía, sin embargo, con su expresión se lo hacía llegar a todo el mundo.
Los tambores sonaban y Susan miraba atónita a su madre, sintió que iba a otro lugar y en un golpe de tambor se encontró en el mismo lugar pero en otra época. Su madre era una mujer alta, de tez oscura con claros rasgos hindus. Su atuendo consistia e un pañuelo dorado qu ele cubría el cabello y un túnica dorada que le llegaba a los pies. Susan se sintió desnuda, estaba desnuda acostada en una camilla o algo similar. Seguía rodeada de gente pero no parecía que a nadie le importase o extrañase el hecho de que estuviera desnuda. Posiblemente nadie veía eso. Apareció el hombre sanador y también tenía tez oscura y rasgos hindus. Estaba desnudo y de alguna forma ella supo que iban a practicar sexo. Sintió el deseo, como le ocurría siempre, y comenzó a impacientarse, quería que la penetrara, quería sentirlo, porque quería sentir placer. Él se acercó y la tocó, más no la penetró y la dejó allí, desconcertada y con una enorme sensación de vacío.
Su nueva madre se acercó a ella y le dijo " vámonos de paseo con los niños". También Susan era ahora hindú. Llegaron a una enorme mansión y su madre insistía en que fueran de paseo con los niños pero Susan se encontraba mal, le dolía la vagina en lo más profundo. "máma" le dijo Susan "ve con los niños, a mí me duele mucho y no quiero salir", la madre se marchó y Susan se quedó en una enorme habitación, dolorida y acompañada por quien sabía era su hermana, aunque no supiera ni cómo ni cuándo había llegado.
Susan comenzó a sangrar y asustada le dijo a su hermana "no sé lo que me ha hecho pero me duele!" y su hermana con total descompasión le dijo "Has estado con muchos hombres, no es extraño lo que te sucede" sus palabras estaban cargadas de envidia y odio y sin más comenzó a llegar gente a la casa. Todos criticaban a Susan y le decían que lo tenía merecido.
Susan desconsolada, se acercó al gran ventanal, cubierto su cuerpo desnudo por una camisa abierta. No se dió cuenta de que era observada desde un ventanal que había enfrente por el mismo hombre sanador.
El hombre la vió y supo que había llegado el momento de la feliz conclusión a tanto dolor.
Cubierto su rostro por casco de soldado se lanzó guerrero contra la muchedumbre, que sin dudar, marchó corriendo temiendo algún tipo de daño.
La escalinata de oscura madera quedó vacía y la mansión estaba igualmente desierta.
Se quitó la armadura y detras del casco apareció un rostro joven y hermoso. Su tez era oscura y tenía una melena corta que le aportaba gran belleza a su rostro. Una sonrisa triunfal, feliz y sincera apareció en su rostro, él ya sabía lo que iba a ocurrir.
Se lanzó al interior de la mansión y fue directo a la habitación de Susan. Sin llamar, abrió de par en par las puertas. Susan estaba acostada en una cama, incluso con los ojos cerrados su rostro mostraba una profunda tristeza. Abrió los ojos al sentir su presencia y completamente sorprendida y desconcertada se quedó allí, sin moverse, esperando. Era tal la calidez de aquellos ojos masculinos, era tal el amor que irradiaban, que aún antes de que la tocara ella ya sentía el silencioso abrazo.
La besó con profundo amor, Susan lo recibió y lloró, por fin estaba experimentando el verdadero placer. Comprendió con la fogosidad de una llamarada que el sexo sin amor nunca produciría verdadero placer. Ese hombre le estaba dando todo, le estaba diciendo todo.
No sentirás verdadero placer mientras no te veas a través de los ojos enamorados de un hombre de verdad.
Susan despertó, estaba rodeada por las mismas personas, estaba vestida, su madre no estaba. Desconocía cuanto había durado el trance y le daba igual. Se llevaba la esencia de una enseñanza profunda.

No busques el placer físico sin más pues esto te dejará vacía.
Busca el placer más allá del cuerpo, busca la correspondencia en el amor
y lo que sentirás es el placer cósmico de la unión de dos almas puras
que se aman.

jueves, 12 de agosto de 2010

POR FALTA DE SABER

Que por falta de saber
me hago creer, que
siendo menester,
no he de saber.
Darte, amarte, hacerte reverdecer.
Por poca comprensión
que necesario es, hacer,
aquello para lo que vives,
aunque un infante, te crees,
más esa no es ya tu condición,
has de saber....
... y un hombre entero, sin querer,
no es un hombre, es un tullido mental,
un animal herido y al final, nada más.
querer puedes, si saber, quieres....

Carlos S.

jueves, 5 de agosto de 2010

MIRANDOME EN EL ESPEJO DE AMOR

Mi espejo de hombre se ha roto. Era un espejo heredado, era ya muy viejo, tenía zonas descascarilladas y otras negras donde ya no hacía reflejo. Los anteriores dueños no habían puesto demasiada atención y cuidado y por eso estaba tan deteriorado, así que cuando me miraba en él me costaba ver mi reflejo. El otro es de Mujer, también se ha roto, también era heredado, era tan pequeño que sólo reflejaba los ojos, por lo que no era un espejo donde uno pudiera mirarse completamente.

Cuando vine al mundo, vine con la intención clara de verme hermosa y grande, por eso elegí a dos personas con un espejo grande cada una, me dije a mí misma que de esa forma nada podría fallar y yo cumpliría ese sueño que llevaba en el bolsillo.

No pasó demasiado tiempo desde que decidí venir hasta que llegué, y eso me hacía estar confiada de que todo estaría bien cuidado para mi llegada.
Cuando puse el pie en el mundo y me reflejé por primera vez en el espejo de mujer, vi un par de ojos que me miraban enamorados, eso me llenó de felicidad, pues todo parecía estar en su sitio, pero al rato me fijé que era lo único que podía ver, me extrañó pues cuando lo vi arriba era muy grande. Me hice a la idea de que tendría que buscar una forma de hacer crecer el espejo, entre tanto tendría que mirarme a trozos. Al poco me pusieron ante el espejo de hombre, me entristeció ver lo estropeado que estaba, pensé que por lo menos no había encogido tanto como el de mujer. Tenía zonas donde apenas podía verme así que tenía que adoptar extrañas posturas para poder verme al completo, no me gustó tener que mirarme en aquellas posturas, pues me hacían parecer vulgar. Me dije que tenía que arreglarlos de alguna forma pero no tenía ni las herramientas adecuadas ni los conocimientos para hacerlo, así que durante mucho tiempo esperé pacientemente a conseguir todo lo que hacía falta para ponerlos bonitos de nuevo.

Entretanto iba de un espejo a otro, en el de mujer sólo veía pequeñas partes de mi y no había forma de saber cómo estaba el conjunto y seguía sin saber cómo hacerlo más grande. En el de hombre me reflejaba cada vez menos, era cada vez más difícil agacharme en esas posturas sin quedarme dolorida, así que lo fui dejando apartado. Hasta que no estuviera arreglado no podría mirarme en él.
Busqué y busqué herramientas, le preguntaba a todo el mundo que supiera de espejos si sabía cómo arreglar los míos, pero es que cada espejo es tan único y especial, que nadie acertaba con la fórmula que pudiera ayudarme.
Solía salir a la calle y mirarme en los espejos de los demás, algunos me devolvían buenos reflejos y otros no tan buenos. Pasaba el tiempo y empecé a desesperarme, quería unos espejos decentes y nada de lo que hacía surtía efecto positivo, cada vez estaban más estropeados, pues en el pequeño no veía nada, y en el otro ni te cuento, me intentaba reflejar estirada y con mi porte natural y me devolvía la imagen de un monstruo deforme.
Un día, ya harta, intenté quitarle las manchas a golpe de martillo, pero me dio miedo que se rompiera así que lo dejé.
Alguna vez pensé en desistir, mi sueño parecía imposible con los espejos que me habían regalado. Más por amor a mi persona, no lo hice, no desistí, aún recordaba el motivo por el que había venido al mundo, aún recordaba cómo eran esos espejos y lo bien que me podía ver en ellos. Seguí buscando.

Cierto día, consulté a un sabio desconocido al que fui a ver sí sabía por qué sucedía esto, el simplemente me permitió reflejarme en su espejo. Lloré de emoción al verme pues era exactamente como yo soñaba. Me dijo que eso era porque él podía verme con amor, siempre que nos miran con amor nos reflejan como somos. También me dijo que era posible para mí tener espejos nuevos que me reflejaran en todo mi esplendor. Le pedí que me enseñara, que lo que más deseaba era verme como yo era realmente, como yo recordaba. Para recargar dos nuevos espejos hacía falta que otros espejos se reflejaran en los míos con amor para quedarse eternamente cargados. Mi trabajo consistía en poner la placa totalmente vacía de cualquier distorsión y buscar esos otros espejos que quisieran reflejarme con su amor.

Para eliminar la distorsión debía deshacerme de los espejos estropeados, pero me daba miedo quedarme sin ninguno, sola y desvalida. Debía también buscar otros espejos donde mirarme hasta tener los míos y no sabía si encontraría quien me dejara mirarme.

No me sentía cómoda mirándome en otros espejos, no podía estar mirándome continuamente y, al quedarme sola conmigo misma, se instalaba en mi una sensación de tristeza profunda. Durante mucho tiempo me miré en los espejos ajenos que me mostraban una buena imagen, pero también, a solas conmigo misma, no me contenía y me volvía a mirar en mis espejos con la esperanza de que se hubieran arreglado solos, al poco los volvía a dejar de nuevo, muy triste al ver que no estaban arreglados. Como es natural esto no podía funcionar, pues los dueños de los espejos prestados se cansaban de poner sus espejos para que yo me mirara, ya que no conseguía reflejarme en ellos.

Harta ya de esta situación decidí hacerme mi propio espejo, adonde quiera que fuera buscaba trocitos y luego los iba juntando. Conseguí hacerme con uno bastante aceptable, pero tenía un problema, que no siempre reflejaba bien, según el día, te podía mostrar exuberante o mediocre, pensé que sería por efecto de la luz, así que siempre trataba de mirarme cuando la luz era apropiada. Entre tanto los otros permanecían guardados en un armario porque me daba miedo tirarlos y quedarme sola sin reflejos.

Efectivamente, no funcionaba, yo seguía añorando mis fantásticos espejos, los verdaderos, los auténticos, los que me habían regalado con amor, los que me correspondían por derecho propio. El sabio desconocido me dijo cierto día que el disponía de herramientas para arreglar mis espejos, pero sólo podía hacerlo si ellos querían arreglarse, si querían había esperanza, si no querían tendría que renunciar a ellos para siempre.

Me costó mucho tiempo ponerme ante mis espejos y preguntarles si querían arreglarse, dijeron No. La palabra al ser pronunciada los rompió. Ya no podía mirarme en ellos de ninguna forma. Me sentí vacía y sola, vulnerable y en peligro. Si no tenía espejos desaparecería. Me fui rápidamente en busca del sabio desconocido y qué sorpresa me llevé cuando al llegar a su casa vi que un enorme espejo nuevo esperaba a ser abierto por mí. Me dijo que era posible hacer espejos desde la nada, que no muchas personas sabían y que lo único que ocurría con ellos es que los teníamos que poner a cargarse de amor. Cargar de Amor un espejo no es una cosa que uno pueda hacer solo, se necesitan muchos espejos amorosos ya cargados que lo regalen y el dueño del nuevo espejo tiene que estar limpio para recibirlo. Y aquí es donde empieza mi aventura.

¿Sabes qué es lo mejor? Que quien refleja su espejo de amor en otro espejo, recibe a cambio su propio reflejo de Amor. ¿Ves que bonito? el amor se multiplica.

Algún día mi espejo estará tan lleno de amor que podrá reflejar a todos los seres vivos de la tierra y al universo entero.

Gracias por recargar mi espejo con tu reflejo de amor.

jueves, 27 de mayo de 2010

UNA ROSA

La luz, La flor,
La luna, El color,
El pan, El amor,
La finura, sin grosor,
La caricia, el olor,
La vida, con sabor,
La dulzura, el sudor,
El cuerpo, el temblor,
El aliento, con calor,
Al abrigo, de tu ardor.

Carlos S.

AMADA

Furor de amor, soplo de sol,
Quema mis razones,
Salga de la casa, abra los corazones,
Quiera el furor no parar,
Y quemar las pelusas de mi solitario corazón,
Raíz, unión, sanación.

Por lo que eres, tienes, quieres
Hacia lo que voy, soy, doy
Dar, el don de la paz y de la razón,
Furtiva condición,
Amor sin terminación,
Para mi rayo de sol.

Carlos S.

miércoles, 21 de abril de 2010

Pluma

Vuela alto pluma,
vuela alto entre la bruma,
sé altura y placer de locura,
de la pluma que ha perdido contacto,
y no cae, recupera altura.

Carlos Sánchez