sábado, 18 de febrero de 2012

La sanación de Susan

Esta es la historia de Susan, una joven mujer de 31 años. No se encontraba bien. Tenía 2 hijos de padres desconocidos y aunque había conocido intimamente a muchos hombres, desconocía lo que era el verdadero placer.

Un día decidió pedir ayuda, había oído que un hombre hacía sanaciones en un lugar cercano.
Acudió a la cita y se encontró en un lugar especial rodeada de mucha gente. El lugar no estaba muy decorado, apenas unos visillos colgados en las paredes que le daban un poco de color, pues todas las paredes eran un blanco impoluto.
Apareció el hombre sanador, y la sacó al centro de la estancia que era circular. Sonaron los tambores y el hombre preguntó ¿es ésta tu madre? y allí entre la gente apareció su madre. Metro cincuenta de estatura, pelo negro y corto y tez envejecida prematuramente, aquél rostro tan conocido y cuya expresión era de profunda infelicidad.
El hombre le dijo a su madre, vas a ver la preciosa casa donde vive tu hija, vas a ver lo feliz que es y sin más su madre comenzó a correr tras los visillos dando vueltas por la estancia, a medida que tocaba los visillos éstos cobraban más luz y más color y cuantas más vueltas daba más feliz y radiante estaba su madre. Nadie veía lo que ella veía, sin embargo, con su expresión se lo hacía llegar a todo el mundo.
Los tambores sonaban y Susan miraba atónita a su madre, sintió que iba a otro lugar y en un golpe de tambor se encontró en el mismo lugar pero en otra época. Su madre era una mujer alta, de tez oscura con claros rasgos hindus. Su atuendo consistia e un pañuelo dorado qu ele cubría el cabello y un túnica dorada que le llegaba a los pies. Susan se sintió desnuda, estaba desnuda acostada en una camilla o algo similar. Seguía rodeada de gente pero no parecía que a nadie le importase o extrañase el hecho de que estuviera desnuda. Posiblemente nadie veía eso. Apareció el hombre sanador y también tenía tez oscura y rasgos hindus. Estaba desnudo y de alguna forma ella supo que iban a practicar sexo. Sintió el deseo, como le ocurría siempre, y comenzó a impacientarse, quería que la penetrara, quería sentirlo, porque quería sentir placer. Él se acercó y la tocó, más no la penetró y la dejó allí, desconcertada y con una enorme sensación de vacío.
Su nueva madre se acercó a ella y le dijo " vámonos de paseo con los niños". También Susan era ahora hindú. Llegaron a una enorme mansión y su madre insistía en que fueran de paseo con los niños pero Susan se encontraba mal, le dolía la vagina en lo más profundo. "máma" le dijo Susan "ve con los niños, a mí me duele mucho y no quiero salir", la madre se marchó y Susan se quedó en una enorme habitación, dolorida y acompañada por quien sabía era su hermana, aunque no supiera ni cómo ni cuándo había llegado.
Susan comenzó a sangrar y asustada le dijo a su hermana "no sé lo que me ha hecho pero me duele!" y su hermana con total descompasión le dijo "Has estado con muchos hombres, no es extraño lo que te sucede" sus palabras estaban cargadas de envidia y odio y sin más comenzó a llegar gente a la casa. Todos criticaban a Susan y le decían que lo tenía merecido.
Susan desconsolada, se acercó al gran ventanal, cubierto su cuerpo desnudo por una camisa abierta. No se dió cuenta de que era observada desde un ventanal que había enfrente por el mismo hombre sanador.
El hombre la vió y supo que había llegado el momento de la feliz conclusión a tanto dolor.
Cubierto su rostro por casco de soldado se lanzó guerrero contra la muchedumbre, que sin dudar, marchó corriendo temiendo algún tipo de daño.
La escalinata de oscura madera quedó vacía y la mansión estaba igualmente desierta.
Se quitó la armadura y detras del casco apareció un rostro joven y hermoso. Su tez era oscura y tenía una melena corta que le aportaba gran belleza a su rostro. Una sonrisa triunfal, feliz y sincera apareció en su rostro, él ya sabía lo que iba a ocurrir.
Se lanzó al interior de la mansión y fue directo a la habitación de Susan. Sin llamar, abrió de par en par las puertas. Susan estaba acostada en una cama, incluso con los ojos cerrados su rostro mostraba una profunda tristeza. Abrió los ojos al sentir su presencia y completamente sorprendida y desconcertada se quedó allí, sin moverse, esperando. Era tal la calidez de aquellos ojos masculinos, era tal el amor que irradiaban, que aún antes de que la tocara ella ya sentía el silencioso abrazo.
La besó con profundo amor, Susan lo recibió y lloró, por fin estaba experimentando el verdadero placer. Comprendió con la fogosidad de una llamarada que el sexo sin amor nunca produciría verdadero placer. Ese hombre le estaba dando todo, le estaba diciendo todo.
No sentirás verdadero placer mientras no te veas a través de los ojos enamorados de un hombre de verdad.
Susan despertó, estaba rodeada por las mismas personas, estaba vestida, su madre no estaba. Desconocía cuanto había durado el trance y le daba igual. Se llevaba la esencia de una enseñanza profunda.

No busques el placer físico sin más pues esto te dejará vacía.
Busca el placer más allá del cuerpo, busca la correspondencia en el amor
y lo que sentirás es el placer cósmico de la unión de dos almas puras
que se aman.

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